Quizá al Gobierno valenciano no le interese que los alumnos de Educación Secundaria sepan por qué crecen la inflación y el paro, por qué pagamos impuestos o por qué los bienes públicos no son suministrados eficientemente por el sector privado. Quizá sea esa la causa de que, en las propuestas de plantillas que se han remitido a los institutos, los profesores de Economía hayamos sido trasladado a un limbo inexistente. Virtualmente no existe, con los actuales planes de la Consejería de Educación, ninguna plaza definitiva de Economía en todo el territorio.
Oposité hace poco a una especialidad nueva en nuestra Comunidad. La Economía se introducía por fin en las aulas. Iba a contribuir a que mis alumnos se entendieran con cosas tan cotidianas como las cláusulas de su primer contrato laboral, los intereses de un préstamo o los pormenores de una declaración de la renta, pero también a que supieran pensar de manera razonada la política económica.
Quizá ha llegado el momento de ahorrar, porque educar en el sistema público no es rentable. Parece que hay cosas más importantes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de febrero de 2003