La permanente sensación de peligro entre el segundo y el quinto toro, faenas de Rincón y Manrique, enmarcó una corrida inolvidable. El Fandi confirmaba alternativa. Los toros de Rocha (encaste Santa Coloma/Jandilla) escarbaban, o esperaban, miraban, se vencían buscando al torero con la cara alta o bajo las zapatillas. Corrida complicada frente a toreros que se plantaron con inmenso valor.
Rincón volvió a ser el de ayer. En el primero, faena reposada. Estocada certera, gran ovación, oreja. Su segundo esperaba, acometía con peligro por los dos pitones. Él se serenó, fue dominándolo y terminó con varias series de muletazos más profundos que en el anterior. Esa sensación de peligro que nos hace sentir que estamos vivos y que mantiene viva a la fiesta fue clímax permanente, y luego de una gran estocada se cayeron los tendidos. Dos orejas, dos vueltas, salida a hombros.
Rocha / Rincón, Manrique, El Fandi
Toros de Rocha, mansos para el ganadero, con sentido. César Rincón: oreja; dos orejas, dos vueltas. Pepe Manrique: gran ovación, vuelta; una oreja. El Fandi: silencio en los dos. Plaza de toros de Santa María. Lleno.
Pepe Manrique, colombiano, se la jugó con ese valor consciente de los buenos toreros. Con el capote fue impecable y elegante. Con la muleta logró dos faenas templadas, pero lució más en el segundo que tenía mayor continuidad. Mató en corto. Oreja y gran ovación.
El Fandi: fue breve y prudente. Demasiado prudente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de febrero de 2003