La hipótesis que más relevancia ha cobrado sobre las causas del desastre del Columbia es la de que el impacto de algún objeto dañara el ala izquierda, inclinando la nave en esa dirección, desestabilizándola. El último indicio que refuerza esa teoría es un objeto registrado por los radares del Comando de Defensa Aeroespacial en la base de Peterson, en Colorado. Se trataba de un objeto que se desplazaba a cinco metros por segundo cuando el transbordador llevaba 24 horas en órbita. Pudo ser tanto un pedazo de hielo formado con la orina y el agua que expulsa el transbordador como algún fragmento de basura espacial, material desprendido del propio fuselaje o un micrometeorito. El hallazgo ayer de un trozo del ala izquierda y de uno de los ordenadores centrales del Columbia será clave para corrobar o descartar esa línea de investigación.
Durante el descenso a Tierra el transbordador experimenta una cierta inclinación, normalmente a 47,5 kilómetros de altura. Pero si esto ocurre de forma muy prematura -como la NASA sospecha que le pudo haber sucedido al Columbia- los sistemas de corrección pueden fallar. Ese fenómeno, denominado "transición asimétrica" (cuando un ala se enfrenta a turbulencias antes que la otra), se produce a causa de una anomalía en el revestimiento térmico del ala, que interrumpe el flujo de aire. La interrupción arrastra el ala hacia un lado, aumentando la fricción y, por tanto, el calentamiento de las losetas térmicas.
El Columbia ha sufrido distintos grados de "transiciones asimétricas" al menos en 12 vuelos, pero la NASA nunca creyó que pudieran destruir la nave. Una de ellas ocurrió en 1989 a una altitud de unos 67 kilómetros, en unas condiciones muy similares a las que tenía el Columbia cuando perdió el contacto con Houston. Minutos antes de desintegrarse, se registraron rápidas subidas de temperatura en varios sensores del ala izquierda y una asimetría excesiva, que trató de compensar encendiendo los sistemas de propulsión.
Riesgo de desintegración
La transición asimétrica también la pudo haber causado el impacto de un objeto en el revestimiento térmico del borde frontal de las alas, según el director de la NASA Sean O'Keefe. De hecho la NASA había hecho numerosos estudios desde 1999 que demostraban que los daños en esa parte representaban un enorme riesgo de desintegración.
El revestimiento del borde frontal de las alas llevan un material ligero que los ingenieros llaman "carbono-carbono" (RCC). Cubre los 22 paneles que protegen el borde de cada ala y también el morro del transbordador. La NASA temía desde hace cuatro años que se produjeran grietas en el RCC "con resultados catastróficos", según recoge uno de los informes internos. Los investigadores examinan desde ayer si el objeto registrado por los radares de la base de Peterson pudo haber sido el desencadenante último de una transición asimétrica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de febrero de 2003