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El fiscal pide 50 años para un cura por abusar de seis menores en Pontevedra

El ministerio fiscal ha solicitado para el ex párroco de Baredo (Pontevedra) 50 años de prisión y 20.000 euros de indemnización por 12 delitos de agresión sexual, dos de ellos en grado de tentativa, contra seis menores mientras ejercía en esa localidad. Tanto la fiscalía como la acusación particular hacen responsable subsidiario al obispado de Tui-Vigo. La defensa pide la absolución.

Los hechos ocurrieron supuestamente entre 1999 y 2000. Según los denunciantes, el párroco les sometió a diversas agresiones sexuales, la mayor parte de ellas en la casa rectoral, donde ellos se quedaban en ocasiones a dormir.

En aquella época, el acusado daba clases de religión en el instituto a los seis muchachos, cuyas edades oscilaban entre los 14 y 16 años. Los chicos colaboraban con él como monaguillos y el párroco les preparaba para la confirmación.

El acusado, que ayer prestó declaración -también lo hicieron, a puerta cerrada, las seis presuntas víctimas-, negó los delitos que se le imputan, aunque corroboró que cinco de los muchachos se habían quedado en alguna ocasión a dormir en su casa y que con cuatro había compartido la cama de matrimonio de su dormitorio "para no tener que hacer la de la otra habitación".

Movimiento involuntario

Sin embargo, el párroco reconoció que había sucedido "algo parecido" a lo declarado en su día por uno de los menores, con quien el acusado estaba durmiendo y que, en un momento dado, se levantó y fue al salón. El párroco le siguió y le preguntó qué le pasaba, a lo que el chico respondió que el sacerdote le había tocado. El párroco quitó importancia a ese hecho, aduciendo que quizá se había tratado de un movimiento involuntario mientras dormía.

El acusado aseguró en su declaración que normalmente eran los muchachos quienes le preguntaban si podían ir a dormir a su casa, lo que él atribuyó a la consola de juegos y al vídeo que tenía, así como al deseo de alguno de ellos de eludir las tareas que debían realizar en el domicilio familiar los sábados por la mañana. Explicó que también era normal que fuese a cenar con ellos y aunque señaló que la relación que mantenía con los denunciantes era buena, subrayó que dos de los chicos tenían problemas de aprendizaje y dificultades para comunicarse. La buena relación, añadió, se extendía a las familias de los menores, a uno de los cuales llevó a un psiquiatra de Santiago de Compostela tras el fallecimiento de su padre.

Una vecina de Baredo que se encontraba en las dependencias judiciales declaró a los medios que mucha gente del pueblo defiende al acusado, a quien definió como "cura excelente", e indicó que su propio hijo había sido monaguillo con él desde los seis a los ocho años sin problema.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de febrero de 2003