El Gobierno no oye y mucho menos escucha. Si lo que piensa el Gobierno es lo que aparenta, no le importa absolutamente nada lo que piensan los ciudadanos, no tiene interés en saber lo que quieren y piensan los Gobiernos autonómicos, la oposición parlamentaria, no oye ni escucha a nadie. En el Parlamento acaba de quedar dramáticamente solo en el asunto de la guerra contra Irak, con las comunidades autónomas no sólo no habla, sino que trata de quitarle capacidades normativas que le otorga la Constitución y negarle tomar decisiones que ratifica el Tribunal Constitucional, como ha hecho, por ejemplo, en el asunto de las pensiones no contributivas. A los ciudadanos no les oye ni les escucha en este momento en el que parece más comprometido con los intereses bélicos de EE UU que con el pacifismo de la inmensa mayoría de los españoles, incluida una mayoría clamorosa de sus propios votantes. Es un Gobierno ensimismado.
El presidente de la Junta de Andalucía ha vuelto a escribirle al Gobierno, concretamente al ministro de Administraciones Públicas, demandándole una respuesta a las propuestas que le hizo el mes pasado sobre el traspaso de las políticas activas de empleo, tan prometidas y comprometidas tantas veces por el propio Gobierno, y sobre la liquidación de la financiación autonómica. El Gobierno y en su nombre el ministro Arenas, responden que no responden a las demandas y otra vez volverá a hablar de confrontación y otras yerbas, pero lo cierto es que no responde a las demandas. El Gobierno sí tiene quien le escriba, pero su respuesta es no. No escucha, no se para a escuchar porque tiene que llegar a una meta que, a estas alturas, ya nadie sabe muy bien cual es, teniendo en cuenta que las encuestas lo amparan cada vez un poquito menos y los ciudadanos se manifiestan en voz alta cada vez un poquito más contra todas sus políticas. Da la impresión, sin embargo, de que el Gobierno no va a corregir su manera de actuar a no ser que los acontecimientos en torno a la guerra y los resultados de las elecciones del 25 de mayo lo dejen en evidencia. Hoy por hoy entiende que todos sus actos están amparados por su mayoría absoluta, con la que a medida que los problemas se le acumulan, se protege y se tapa los oídos en un ejercicios de ensimismamiento a todas luces excesivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de febrero de 2003