Bajo un planteamiento para ciegos, irreflexivos y simplistas, la carrera para convencer de la financiación de "este PHN" ha tomado tintes neofascistas e intimidatorios. La última jugada del PP es imponer desde las instituciones el coste con medios y recursos a lo que debería ser la iniciativa social y civil para realizar una manifestación el 2 de marzo. Pero van más lejos todavía: la propia moción que el viernes se aprobó en la diputación de Alicante recoge "un rotundo rechazo a todas las iniciativas que se opongan al transvase... pues son expresiones de insolidaridad y ataques directos a los intereses legítimos de la Comunidad Valenciana".
Por orden diré que: Los políticos deben escuchar y atender a las demandas de los movimientos sociales, estar en constante conexión con ellos, no provocarlos o manipularlos, y que costear a uno es interceder y corromper el propio principio que impulsa dichos movimientos, y puestos a ser justos o se costean de forma clara todos los actos de reivindicación social que lo soliciten o a ninguno. Me parece denigrante que tengan la desfachatez de juzgar y condenar a movimientos como Nunca Máis o "plataformas contra la guerra" como manipulación, cuando son foros de debates.
Volviendo al transvase, no les cabe en la cabeza que sepamos que sólo beneficia, aparte de a latifundistas que puedan pagar el agua, a los especuladores, constructores y en general a los grandes empresarios. Prefieren que la masa siga pensando que el análisis sólo consta de una premisa: se necesita más agua y los aragoneses pueden facilitárnosla. Todo lo demás está de más y debe ser repudiado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de febrero de 2003