Es conocido por todos que el litoral de la provincia de Málaga sufre un ritmo de destrucción sin parangón con otras zonas de España y Europa, con el apoyo manifiesto de los ayuntamientos costeros (destacan por su especial ensañamiento con la naturaleza los de Marbella y Mijas) y con la acción de los peores depredadores (contra los cuales no está preparada la sabia naturaleza) de nuestra sociedad: los promotores.
Lo que desconocen muchos andaluces y malagueños es que pronto estaremos de luto por la joya de la corona del litoral malagueño: las Dunas de Cabopino-Artola, en Marbella. Esto ocurrirá si la Consejería de Medio Ambiente no llega a tiempo para su declaración como Monumento Natural (como me temo que ocurrirá, porque los depredadores son más rápidos y tienen más olfato) y a pesar de la buena intención y gestión del delegado de Obras Públicas en Málaga, don Enrique Salvo.
Tranquilos, no hagan nada, no llamen al Ayuntamiento de Marbella (952761100) para quejarse, no manden un correo electrónico a la consejera en Sevilla (gabinete.consejera.cma@juntadeandalucia.es) ni al delegado en Málaga, don Ignacio Trillo (delegado.ma@dpma.cma.junta-andalucia.es) manifestando su horror por la pérdida, ni siquiera manden un simple fax pidiendo información sobre la protección de las Dunas a la Delegación de Obras Públicas (951037000).
Lloren por las Dunas de Cabopino-Artola (los más sensibles) o quéjense amargamente en la cola del banco o del autobús, eso sí, háganlo cuando ya no haya nada que hacer, vayamos ahora a salvar a las Dunas por una maldita movilización ciudadana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de febrero de 2003