El panel que investiga el accidente del transbordador Columbia hizo esta madrugada la primera evaluación de las causas del siniestro: una gran ruptura del fuselaje por la que penetró aire supercaliente en el ala izquierda y, posiblemente, en el compartimento del tren de aterrizaje, durante el descenso a Tierra. La NASA aún no sabe con certeza el punto exacto de la ruptura ni lo que la provocó, pero todos los indicios apuntan a una indentación que se produjo en el borde frontal del ala o la puerta izquierda del tren de aterrizaje.
Descartaron, sin embargo, que la pérdida de una loseta del revestimiento térmico fuera suficiente para causar la ruptura. Los ordenadores del centro de control de Houston registraron subidas de temperatura de 30 a 40 grados en algunos sensores del compartimento izquierdo de las ruedas minutos antes de que el Columbia se desintegrara, subida que atribuyen a la entrada de la temperatura exterior, superior a los 1.500 grados.
El panel concluyó asimismo que los daños no se debían a que el transbordador hubiera desplegado antes de lo previsto el tren de la izquierda, hipótesis que previamente se había especulado. Una de las ruedas fue encontrada ayer por la noche a 220 kilómetros de Houston (Tejas), pero no pudieron determinar a qué lado de la nave corresponde.
Ayer la NASA también identificó los restos mortales de los siete astronautas.
Otras hipótesis
Otras muchas hipótesis siguen abiertas. La última que se baraja es que una tormenta solar contribuyera al siniestro del transbordador Columbia. Dos observatorios de Estados Unidos registraron una perturbación de esas características que se desplazaba hacia la Tierra a 400 millas por segundo una hora antes de que el Columbia se desintegrara sobre el cielo de Tejas.
Aunque la turbulencia electromagnética (una ola gigantesca de partículas cargadas y radiación) era de menor intensidad que otras que han afectado a satélites en ocasiones anteriores, los científicos creen que cualquier daño que ya tuviera el transbordador en su fuselaje habría servido como pararrayos, atrayendo las descargas electromagnéticas.
James Hartsfield, portavoz de NASA, consideraba ayer la hipótesis "plausible", dado que todos los indicios apuntan a que el transbordador espacial sufrió daños en el ala izquierda por los que penetraron las elevadas temperaturas de la reentrada a la atmósfera.
Una fotografía tomada con un telescopio muestra un sospechoso bulto en el ala izquierda. La NASA insiste en que no detectó nada anormal hasta ocho minutos antes de perder el transbordador, pero admite que dos días antes algunos de sus ingenieros estudiaron posibles "escenarios de desastre".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de febrero de 2003