Una comisión de cinco médicos y psicólogos del hospital maternoinfantil Fernando Vélez Paiz, de Managua (Nicaragua) deberá dictaminar antes de las seis de la mañana de hoy (las 13 horas en España) si es recomendable o no practicar el aborto a la niña de nueve años violada en Costa Rica hace 16 semanas. Después de que los padres se negaran a que la menor fuera reconocida por 15 facultativos, como proponía el Ministerio de Salud, la ministra en funciones, Margarita Gurdián, aceptó el deseo paterno de que el dictamen se realice en 24 horas y por cinco facultativos.
La niña fue ingresada en una sala especial del centro y con la condición de que sus padres pudieran permanecer junto a ella permanentemente. La secretaria ejecutiva de Red de Mujeres en contra de la Violencia, Violeta Delgado, y el letrado de la familia, Sergio García Quintero, que acompañaron a la familia, manifestaron ayer su preocupación sobre la influencia que la Iglesia Católica puede ejercer en la decisión de la comisión científica, compuesta por dos ginecólogos, una neonatóloga, una pediatra y una psicóloga. "Temo que la comisión no haga un dictamen definitivo y que se limite a dar un informe que delegue en otra comisión que nombraría nuevamente el Ministerio de Salud. Y esto retrasaría la decisión", afirma García Quintero. Según los cálculos, la niña está embarazada de 16 semanas, lo que indica que el tiempo apremia.
Angustia de los padres
Hasta conseguir el nombramiento de la comisión, los padres, analfabetos, han pasado por todas las fases posibles de la angustia. Descubrieron anomalías genitales en la niña y, una vez reconocida en un hospital de Costa Rica, no fueron informados directamente por los médicos del diagnóstico de embarazo y de contagio de dos enfermedades venéreas en la niña. Se enteraron por la prensa y, según cuenta Marta Ruíz, de la Red de Mujeres contra la Violencia, no fueron atendidos convenientemente por las autoridades del país.
Repatriados gracias a la intervención de la Red de Mujeres y de la Procuraduría de Derechos Humanos de Nicaragua, los padres, que desde su regreso al país solicitaron a las autoridades sanitarias que se le practicara un aborto a su hija, tuvieron que enfrentarse a la burocracia y a la moral católica. Encabezada por el cardenal Miguel Obando, la campaña católica ha tenido una gran influencia en las instituciones y en la ministra de Salud, Lucía Salvo.
Otra de las preocupaciones señaladas por las feministas se basa en que la comisión científica, exigida por el Código Penal en caso de aborto terapéutico -autorizado con muchas restricciones cuando corre peligro la vida de la madre-, ha sido impulsada por la ministra en funciones, Margarita Gurdián, y temen que la titular de Salud "intente introducir algún cambio a su regreso", subraya Marta Ruiz.
La confrontación de las feministas con la Iglesia Católica culminó ayer en una manifestación de apoyo a los padres de la niña en el centro de Managua. El procurador de la Niñez, Carlos Emilio López, mostró su esperanza en que el dictamen médico "se apegue a la ciencia y a los derechos del niño. La solicitud de la Procuraduría de Derechos Humanos", dice, "ha pedido que se actúe sobre la base de los intereses superiores de los niños. En función de la Convención de los Derechos de los Niños, los Estados tienen que decidir lo que más les favorezca. En este caso, es el derecho de la niña".
Vicente Serra, director de la Unidad de Medicina Maternofetal del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), informó ayer de que ya existe en el mundo algún precedente registrado de un embarazo en una chica de nueve años. "Pero no creo", dice, "que ningún médico en España tenga experiencia en niñas de tan corta edad", informa Javier Sampedro.
Las estadísticas revelan que los embarazos en chicas menores de 15 años presentan un incremento de complicaciones como partos prematuros, pequeño tamaño del feto, altas tasas de cesárea y anemia en la madre. Pero la mayor parte de problemas se deben a factores socioeconómicos como la mala alimentación y la falta de atención médica, según Serra. A ello se añade un riesgo de hipertensión en la niña, mucho menor en las adultas. Si una de las enfermedades venéreas que se diagnosticó a la niña fuera la sífilis, y si no hubiera sido tratada a tiempo, el feto podría tener daños cerebrales y malformaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de febrero de 2003