Ayer, en la matinal lectura del periódico, me encuentro con una columna que me saca las legañas de un golpe. Parece que hay que legalizar la prostitución, según Encarna Otero, porque así las mujeres tienen derechos y seguridad social, y, ahora viene lo mejor, así podríamos recaudar un montón de impuestos que están siendo evadidos al tratarse de dinero negro.
Uhmm, me encanta el respeto con el que se trata a las víctimas a las que se pretende otorgar el derecho a prostituirse, a cambio de llenar las arcas a base de fiscalidad. Supongo que después vendrá la legalización de la esclavitud infantil, pues así los niños también tendrían derechos y el fisco se pondría las botas, y luego... luego ¡sabe Dios!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de febrero de 2003