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La escritora francesa Anna Gavalda escribe sobre los amores perdidos en su primera novela

La escritora francesa Anna Gavalda (París, 1970) siempre se ha sentido atraída por la gente que "en un momento concreto de su vida deja caer la máscara con la que se ha ocultado siempre frente a los demás y, por una vez, se muestra tal como es". Eso es precisamente lo que hace el protagonista de su primera novela, La amaba (Seix Barral), un libro bien recibido por la crítica literaria francesa del el que ha vendido más de 250.000 ejemplares desde que fuera publicado hace un año.

La amaba relata la larga conversación que mantienen Pierre, un rico industrial de 65 años, y su nuera, Chloé, a la que su marido acaba de abandonar por otra mujer. "Los dos personajes sospechan que no volverán a verse nunca más. La noche es corta y tienen muchas cosas que decirse", explica Gavalda. "Esa urgencia por hablar marcó el estilo del libro, que es llano y directo", añade.

Chloé se siente traicionada por su marido, presa de un resentimiento que empieza a brotar. Su suegro abandona entonces su máscara y le cuenta que él estuvo enamorado una vez. Tenía 42 años, una esposa y dos hijos cuando conoció a Mathilde, una mujer joven y llena de vitalidad. Pierre reconoce su cobardía: no tuvo el coraje necesario para abandonar a su esposa y agarrar la oportunidad de tener una vida plena junto a su amante.

Las confesiones y los lazos de complicidad se suceden en esta novela en la que tiene tanta importancia lo que se dice como lo que no se llega a contar, pues para la autora, "si el lector no escucha lo que dicen los silencios, se está perdiendo la mitad de la historia".

La amaba supone la confirmación como escritora de esta mujer divorciada, profesora de francés y bibliotecaria, que en 1999 publicó su primer libro, Quisiera que alguien me esperara en algún lugar, una colección de relatos que rápidamente se convirtió en un éxito editorial rotundo. El libro, publicado en España por la editorial Espasa, y traducido a 19 lenguas, ha vendido más de 700.000 ejemplares en Francia.

La escritora no se muestra preocupada por la expectación que ya genera en su país la aparición de su próxima obra: "Yo me aplico lo que mi editor me dijo acerca de Proust y su punto de vista sobre el oficio de escribir: lo que hago me tiene que satisfacer a mí misma, en primer lugar. El placer de la creación no me lo puede quitar nadie y, al fin y al cabo, escribir es un trabajo más. El éxito no importa, aunque por supuesto tengo que encargarme de mis dos hijas y necesito ganar dinero". Gavalda tampoco parece preocuparse por el riesgo de que los lectores puedan sentirse decepcionados ante su próxima obra, "porque he construido una especie de cofradía con ellos. Recibo muchas cartas y mensajes de correo electrónico y he podido comprobar que se ha instalado una especie de ternura. Mi editor bromea diciendo que parecemos una secta".

La autora, que reconoce que decide si se compra un libro dependiendo de si en la solapa se promete un romance, prepara en la actualidad una novela sobre un cocinero que se enamora.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de febrero de 2003