Francisco de Goya, gloria de la pintura mundial, estuvo ayer en Madrid en un pasillo público de la galería comercial Moda Shopping en el complejo Azca, bajo Torre Picasso. El maestro aragonés comparecía ante una sala de subastas con un lienzo en tonos azul-plomo y castaño claro, de apenas un palmo de porte. Se trataba del boceto de una faz de la Virgen María, iluminada por un destello cenital que doraba su frente y su cuello, los párpados llenos de mansedumbre. El rostro parecía corresponder al de alguna dama de la Corte del rey Carlos IV, a quien Francisco de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos, 1828) tan profusamente retratara.
Pese a la excelsa hechura del boceto, los asistentes no pujaron. El precio de salida era 150.000 euros (unos 25 millones de pesetas) pero, inexplicablemente, los subasteros declinaron adquirirlo añorantes quizá de otras obras de su etapa de las pinturas negras, debidas quizás a las cinco depresiones que flagelaron al pintor, descubiertas ahora por el psiquiatra y psicobiógrafo suyo, el médico asturiano Francisco Alonso-Fernández.
Algunos expertos consultados señalaron que pinturas tan beatíficas como la llevada ayer a subasta -Boceto de cabeza de Virgen- no se asocian con las más características del autor aragonés. Los aspirantes al lienzo disponen aún de una semana para adquirirlo. Por 28.000 euros (4.000 más que el precio de salida) fue subastado un cuadro de Antonio Muñoz Degrain, del que fue discípulo el genial Pablo Picasso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de febrero de 2003