La carrera por el petróleo iraquí comenzó tan pronto como terminó la guerra del Golfo en febrero de 1991. Debido a que el embargo dejó fuera de juego a las empresas estadounidenses, fueron las compañías europeas las que se plantaron ante el régimen de Sadam Husein para negociar acuerdos de prospección y exploración petrolera. El levantamiento del embargo era cuestión de tiempo y había que tomar posiciones.
El Banco Central Europeo (BCE) bajará los tipos de interés si se agravan las informaciones o previsiones sobre la economía europea, según dio a entender su presidente, Wim Duisenberg, tras dos días de reuniones de ministros de Finanzas y banqueros centrales del G-7 en París. Las sesiones del club formado por estos siete países (EE UU, Canadá, Alemania, Reino Unido, Italia, Japón y Francia) acabó sin planes concretos para coordinarse frente a las consecuencias de una guerra en Irak, teniendo en cuenta que sus miembros están divididos sobre el principio mismo del conflicto militar.