Sin arrebatar protagonismo, la guerra se alzó como un nubarrón sobre la entrega de los Premios Bafta. El actor y director escocés Peter Mullen llegó a la gala con una bolsa repleta de insignias con el lema No atacar Irak, que repartió entre sus colegas. Llevaba también un discurso antibélico que no pudo emitir en público al no lograr premio en las dos candidaturas de su película, Las hermanas de la Magdalena. El filme es una crítica feroz de la Iglesia católica y su realizador pudo al menos consolarse con la certeza de que el Papa está también contra la guerra. "Por primera vez coincidimos en algo", dijo.
Tim Robbins lució en la chaqueta una insignia de CND, la organización por el desarme nuclear, y García Bernal recordó que "aún no hemos obtenido respuesta a los muchos votos" en contra que depositaron millones de personas en las manifestaciones.
Fue Almodóvar quien bordó con un símil lírico, en torno a la oscuridad y la luz, el discurso más político de la ceremonia de la Academía Británica del Cine y Televisión. "Debemos frenar este ejército de oscuridad. La oscuridad representa dolor, ausencia, desolación del espíritu, hambruna y muerte. Y no hay nada más antinatural que la muerte", instó con pasión levantado un huracán de aplausos.
Poco después, el productor estadounidense Saul Zaentz, a punto estuvo de dejar a la audiencia en llantos. Mientras recogía el reconocimiento máximo de la industria británica, como compañero de la Academia, recordó en la sala Odeon que "América no es la persona que dirige el país. ¡No le dejaremos vencer!".
'Glamour'
Los Bafta se han convertido en la antesala de los Oscars desde que el evento se adelantará un mes, de abril han pasado a ser el 23 de marzo. Su estratégica ubicación a un mes escaso de la gran noche hollywoodense ha ayudado también a elevar su perfil internacional. Scorsese se sorprendió del batallón de fans y medios de comunicación que aguardaba el desfile de celebridades sobre la alfombra roja. "Asistí hace unos veinte años y entonces pasamos casi inadvertidos", sonrió. "Ahora sí que me preocupa lo que suceda en los Oscars", dijo por su parte el compositor Philip Glass, ganador ayer de un premio especial por la banda sonora de Las horas y candidato en Hollywood en una categoría similar.
El glamour brilló en el vestuario de la gala. El negro se impuso prácticamente como uniforme, tanto entre los varones como entre las damas. Halle Berry se saltó la etiqueta con su vestido en malva. Nicole Kidman optó por ir a la contra con un traje en marfil, y Meryl Streep, que dio la nota de humor confundiéndose al leer un discurso, lució una elegante chaquetilla en color crema. Habitual en tierras británicas, las celebridades escocesas, incluido Peter Mullen, vistieron el atuendo típico, con falda de cuadros, de las Altas Tierras de Escocia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de febrero de 2003