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Reportaje:FÚTBOL | Internacional

La magia se va a Oriente

El jugador, objeto de bromas, ficha por un club del golfo Pérsico

No debe de ser fácil cambiar el amable clima del litoral carioca, los partidos en Maracaná y las posibilidades de ocio que ofrece Río de Janeiro por un paisaje desértico y el fútbol semiprofesional de un país árabe enclavado en una zona al borde de la guerra. No debe de ser fácil, no, y menos para Romario. Pero el delantero, de 37 años, se ha encontrado con una inesperada oferta: un millón y medio de euros por dejar el Fluminense y militar 100 días en un equipo de Oriente Medio, el Al-Sad, de Qatar, en pleno litoral del golfo Pérsico.

Brasil se despertó el sábado con el rumor de que uno de sus grandes ídolos estaba negociando su marcha al fútbol árabe y Romario no tardó en confirmar los hechos: "De corazón, no sé el nombre del club, pero por el dinero ofrecido sólo puede ser árabe".

Llevaba Romario hasta hoy una vida acomodada en el Fluminense, club con el que renovó su contrato en enero. Sus 42 goles conseguidos a lo largo de 2002 constituían un aval suficiente para que la torcida del equipo tricolor esperara pacientemente a que se recuperara de una lesión muscular que le había impedido debutar en el campeonato estatal de Río.

Romario se recuperó, aunque hasta que recibió la oferta árabe, la semana pasada, sólo había disputado tres partidos. En uno anotó dos goles, pero en otro jugó mal, falló un penalti y acabó siendo silbado por el público, nervioso ante la irregular marcha del equipo.

En un gesto de pura demagogia, el presidente del Fluminense, David Fischel, declaró que las prebendas que Romario disfrutaba en el club estaban a punto de terminarse. Esos derechos otorgaban prácticamente al jugador carta blanca para entrenarse cuándo y cómo creyera oportuno con el absoluto consentimiento del técnico del equipo y amigo personal de O Baixinho, Renato Gaucho, y de toda la plantilla, que rinde pleitesía al veterano goleador que tantas veces ha rescatado al equipo de situaciones apuradas con su capacidad realizadora.

"Esa historia de mis privilegios sólo aparece ahora porque he jugado poco", comentó Romario; "y no he hecho muchos goles, pero si marco el gol de la victoria contra el Botafogo todos van a decir de nuevo que Romario es el más grande". Con su afilada lengua de siempre, el viernes dejaba claro lo que el fútbol carioca puede ser sin su rey: "Muchos, incluso los que me critican, van a sentir saudade [nostalgia] de mí porque soy una atracción y no van a tener de quién hablar mal. Volveré al Flu dentro de tres meses para preparar el campeonato nacional, pero el encanto del fútbol de Río todavía es Romario y va a resentirse". El caso es que ayer, frente al Botafogo, Romario no marcó el gol de la victoria. Marcó tres tantos de los cinco que hizo su equipo.

"El negocio es bueno para el Fluminense y para mí", prosiguió el ex barcelonista y ex valencianista; "si me voy de Río, me sentiré al ciento por ciento infeliz. Pero, cuando vuelva, seré un 80% más feliz y un 20% más rico". El entrenador, Gaucho, se resigna a su marcha: "Le he dicho que, si yo fuera rico, no aceptaría esa oferta para irme a sufrir fuera. Y también le dije que espero que me ceda el 30% de lo que va a ganar: he sido bombero suyo bastante tiempo".

La sola mención de los 15.000 euros diarios que Romario va a ganar en su nuevo destino también hizo que se agrandaran los ojos de Ricardo Rocha, antiguo central del Madrid que ahora ejerce como segundo entrenador en el Flu: "Es un dineral. Una propuesta irrenunciable. Vale hasta para encarar el riesgo de una guerra en el golfo Pérsico. Pero le aconsejo que se lleve consigo un bazooka, un casco y un paracaídas, por lo que pueda pasar".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de febrero de 2003