Después del mano a mano que se echó el presidente Aznar con su homólogo americano desde el rancho de Tejas, lo siento por Forges, Peridis y por todos aquellos que pierden el tiempo caricaturizando al inquilino de La Moncloa, nada como verlo a él en persona hablando con ese acento tejano que le brotó desde lo más profundo de su ser. No sé que van a tener que hacer los guiñoles del Plus para superar al original.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 25 de febrero de 2003