El presidente del Gobierno, José María Aznar, se entrevistó ayer en Bruselas con el secretario general de la OTAN, Javier Solana, para garantizarle el total respaldo español a la campaña aérea en Yugoslavia y a cualquier estrategia que se adopte en el futuro para conseguir los objetivos de esta guerra. Sin mencionarlo expresamente, Aznar parecía anticipar así su apoyo en el caso de que fuese necesaria una operación terrestre para obligar a Slobodan Milosevic a aceptar el regreso de los refugiados. La OTAN decidió ayer, de momento, duplicar hasta 50.000 soldados la fuerza para escoltar a los refugiados si se llega a un acuerdo de paz.
Aznar se situó en su viaje a la sede de la OTAN -por donde en los últimos
días han desfilado distintos jefes de Gobierno aliados- en el sector más
ortodoxo del abanico atlantista. "Mi respaldo a la política y la estrategia
de la Alianza es absolutamente firme, es un respaldo completo", declaró el
jefe del Gobierno. Otros primeros ministros habían incluido a su paso por
Bruselas críticas a la estrategia de la guerra. Aznar no sólo se opuso a
las ideas de Italia, Holanda y Grecia de hacer un alto en los bombardeos
para facilitar una solución diplomática, sino que tampoco se sumó a las
reticencias de Alemania sobre una eventual operación terrestre. "La Alianza
tiene que cumplir sus objetivos y, por lo tanto, tiene que adoptar las
medidas que le permitan cumplir sus objetivos", declaró respecto a una
ofensiva por tierra. El presidente del Gobierno no compartió tampoco la
preocupación por los errores cometidos por la OTAN, y afirmó que una
campaña aérea de las características de la de Yugoslavia, sin daños a
civiles, "no es una estrategia militar, es un milagro". La fuerza que la
OTAN decidió elevar hasta unos 50.000 soldados será desplegada en las
próximas semanas en las fronteras con Kosovo. Inicialmente se había
estimado que bastarían 28.000 soldados para integrar la fuerza de paz. Por
eso, el anuncio de semejante incremento desató las especulaciones sobre la
posibilidad de que, en realidad, el despliegue sea el germen de una posible
fuerza de intervención en el caso de que Slobodan Milosevic siga sin acatar
las exigencias de la comunidad internacional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 25 de febrero de 2003