Soy una inmigrante ecuatoriana, hace tres meses que llegué a Barcelona y la semana pasada asistí a un centro oficial del Consorcio de Normalización Lingüística para inscribirme a un curso de catalán. La sorpresa fue mayúscula cuando, después de guardar una larga cola, me dijeron que no había plazas y que si quería me inscribirían en la lista de espera, pero que no tuviera muchas esperanzas porque había más de 500 personas sin plaza delante de mí. Por favor, que el señor Mas no sea tan cínico de promover un debate artificial y dedique sus esfuerzos a hacer posible que quienes queremos aprender esta lengua podamos hacerlo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de febrero de 2003