Con el susto y el disgusto por la bomba descubierta en mi Urdaibai querido, a un par de kilometros de donde yo nací, es imposible escaparse de una referencia expresa a nuestra guerra local. En esta ocasión, la colaboración ciudadana nos ha evitado un drama más, con nombres y apellidos bien concretos. Me felicito por ello; pero no puedo disimular mi malestar por la simpleza de los análisis políticos de los desestabilizadores de la convivencia vasca.
Nuestra guerra ni es terrorismo puro y duro, ni es una lucha por la liberación nacional. Es más bien un enorme muro que se levanta entre personas y el mejor sistema para dinamitar los puentes que deben de unir a dos pueblos. Y en esa tarea de levantar muros y dinamitar puentes trabajan a destajo tanto ETA como el Gobierno Aznar. ¡Encomiable su labor de equipo! Mientras unos pretenden hacernos volar por los aires, los otros intentan amordazarnos, asaltando, por ejemplo, Egunkaria.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de febrero de 2003