Los temporales de levante siempre suelen dar juego. Unas veces para mal, como ayer, en que obligaron a la flota pesquera catalana a permenecer amarrada, o como cuando se llevan la arena de las playas -en el caso de Barcelona, una constante a la que se decide a soplar con un poco de fuerza-. Y en otras, como en la fotografía que ilustra esta página, para proporcionar instantes de efímera belleza. La mujer de la foto retrata el temporal sin saber del constraste de la quietud de su figura frente al dinamismo y fuerza de la cortina de agua y espuma que acaba de estallar contra uno de los espigones de la Barceloneta en un día -ayer- en el que los partes meteorológicos anunciaban llevantada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de febrero de 2003