Desenfreno, sátira política y transgresión del orden establecido. Es la fiesta de Carnaval, que desde ayer, cuando llegó el rey Carnestoltes, y hasta el Miércoles de Ceniza, cuando se entierra a la sardina en señal de duelo por el fin de la juerga, sacará a la calle a decenas de miles de ciudadanos disfrazados para celebrar la fiesta pagana que antiguamente precedía a la aburrida Cuaresma.
Sitges y Vilanova i la Geltrú (Garraf), las poblaciones del Garraf que celebran los Carnavales con más solera de Cataluña, están ya preparadas para recibir a cientos de miles de visitantes. En Sitges, el plato fuerte son las ruas: la del Descontrol, el domingo por la noche, y la del Exterminio el Martes. En Vilanova, el punto álgido lo marca también la rua que se celebrará esta noche con la participación de más de 40 carrozas, y la batalla de caramelos del domingo a mediodía. También en Reus (Baix Camp), habrá mañana guerra, pero de tomates.
En Barcelona la gran rua tendrá lugar mañana por la tarde y este año contará con la participación de una comparsa formada por residentes chinos en la ciudad. A diferencia de otros años, que salía del barrio de Sants para bajar hacia la plaza de Espanya, en esta edición el recorrido será inverso. Además, prácticamente todos los barrios de la ciudad celebrarán desfiles y fiestas de disfraces, y en la Rambla se hará un carnaval alternativo contra la guerra en Irak.
Roses (Alt Empordà), que presume de celebrar el Carnaval más largo -dos semanas-, Solsona (Solsonès) o Torà (Segarra) -que ha recuperado las centenarias fiestas del Brut i la Bruta-, son otros de los municipios que celebran los Carnestoltes más multitudinarios de Cataluña.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de febrero de 2003