En el colegio público Lorenzo Luzuriaga, y aprovechando un día de fiesta, la Junta Municipal de Fuencarral dio orden a una contrata para que entraran los serruchos y echar abajo 10 árboles del patio. Eran árboles totalmente sanos, que armonizaban tanto cemento de los patios. Cada día disfrutábamos de esos árboles, eran nuestros: de todos. ¿Se han quedado a gusto? Lo hicieron rápido, de manera precipitada.
Se marcharon sin recoger siquiera la escala que traían. La orden era clara, irracional: talar, y talar ya.
El Ayuntamiento no escuchó a los padres que nos opusimos a tamaño despropósito. Por cierto, un objetivo educativo que el centro inculca a los alumnos es "cuidar el medio ambiente". Quizás un día estos niños ocupen puestos en la Administración y lo hagan con coherencia y sentido común, cosa que hoy esta junta municipal no ha demostrado. ¿Qué va a hacer ahora el Ayuntamiento? ¿Plantará nuevos árboles, mejorará el estado de los patios? Mientras tanto, los alumnos del centro, día a día, van adquiriendo conciencia y actitudes necesarias de respeto al medio ambiente, aunque resulte difícil explicarles por qué ya no están los árboles en el patio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de marzo de 2003