Los noticiarios recuerdan estos días avatares y protagonistas del nacimiento, hace 20 años, de la Comunidad; ese artificio. Artificio al que yo me incorporé más tarde y en el que nacieron mis hijos. Y como nunca he percibido sentimientos paletos de identidad obligatoria o muy recomendable, está razonado decir que me he hecho de aquí.
La aportación práctica y la prestancia personal del principal hacedor de la Comunidad y su primer presidente, Joaquín Leguina, ha sido decisiva para echar buenos cimientos sociales a la autonomía; creo que con el tiempo aún será más valorado.
Aunque a nuestro segundo presidente, Alberto Ruiz-Gallardón, no le voté, tampoco me hice mala sangre porque nos representase y creo que no lo ha hecho mal. La hombría de bien de Leguina y la elegancia política de Ruiz-Gallardón han puesto el listón muy alto: temo que la primavera, por contraste, traiga a la Presidencia a la mismísima Intrascendencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de marzo de 2003