Soy uno de tantos becarios de investigación de la Junta de Castilla y León que, a 1 de marzo, aún no han cobrado las mensualidades de enero y febrero.
El pasado año, esta misma situación se alargó hasta casi finales de marzo. Y esto con el agravante de que nuestra beca es incompatible con cualquier otro tipo de trabajo remunerado o ayuda económica.
Explicaciones convincentes no hay: a una compañera le han dicho que se trata de un error informático; a otra, que el pago de la beca no depende de la institución que las concede; a mí, directamente, me han aconsejado pedir un préstamo.
¿Cuánto tiempo más tendremos que padecer esta nueva forma de esclavitud?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de marzo de 2003