Esta carta va dirigida a El Roto, porque no quiero que pase ni un día más sin darle las gracias por ser como es, porque sus ironías filosóficas son las únicas que me hacen sentir humana en este mundo fatuo y superficial. Él sabe darme cada día mi dosis de reflexión y lo hace con una pericia intelectual que admiro desde lo más profundo de mi alma.
También agradezco a su periódico el hecho de publicarlo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de marzo de 2003