En el Día de la Mujer Trabajadora, a Ana Botella, esposa del presidente del Gobierno, le tocó sufrir en carne propia las críticas a la política exterior de su marido. Un grupo de pacifistas la esperaba ayer en Leganés, donde Botella -número tres de la lista del PP para el Ayuntamiento de Madrid y aspirante a ocupar la Concejalía de Empleo y Servicios Sociales- participaba en un acto de su partido. La esposa de José María Aznar tuvo que escuchar los abucheos de los críticos a la guerra contra Irak antes de poder anunciar sus compromisos en favor de las mujeres maltratadas.
"¡No a la guerra!", gritaba la docena de pacifistas congregada frente al centro cultural Julián Besteiro. Botella se acercó y les dijo: "También hay mujeres a las que Sadam Husein [presidente de Irak] mata todos los días". Se produjo entonces un diálogo de sordos entre los manifestantes, que gritaban sus consignas, y la candidata, que, con voz pausada aunque nerviosa, aseguraba: "Mi marido trabaja para evitar la guerra. Todos somos pacíficos. Yo también". Y preguntaba: "Pero, ¿vosotros creéis que hay que respetar la legalidad internacional o no?". Al final, los pacifistas le comunicaron que nunca se sentirían representados por ella, y Botella les dijo que eso lo respetaba.
Las promesas electorales de Ana Botella y de la candidata del PP a la Comunidad, Esperanza Aguirre, quedaron en segundo plano. Botella aseguró que creará un fondo económico de ayuda a mujeres maltratadas y fomentará el empleo para mayores de 45 años. Aguirre prometió un Observatorio de los Malos Tratos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de marzo de 2003