Quiero expresar a las mujeres de la familia Pagaza (Pilar, Estibaliz, Maite) mi admiración, apoyo y solidaridad con todos y cada uno de los actos y las palabras que están haciendo públicos desde el pasado 8 de febrero. Y con todo lo que, en la misma línea, realicen en el futuro.
Es conmovedor y edificante, ver a un puñado de mujeres asumir -como tantas veces en la historia y en la vida cotidiana- el coraje, el valor y el buen hacer necesarios para hacer frente a las difíciles y excepcionales circunstancias en que muchas personas deben vivir en el País Vasco.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de marzo de 2003