Si hay alguien que merezca algún reconocimiento en un día como el de la mujer trabajadora, esa persona es Manoli, créanme. Pero ella no habrá celebrado nada porque, precisamente ese día, el pasado sábado, fue enterrado Domingo, su marido.
Hagamos un poco de memoria. Aquel viernes, un 13 de enero de 1995, unos pistoleros de ETA atentan contra quienes custodian las oficinas del DNI de Bilbao, asesinando al policía nacional Rafael Leiva Loro y dejando tetrapléjico a su compañero, Domingo Durán. Hace ya ocho años.
Imaginen cómo ha sido la vida de Domingo y su familia durante esos ocho años; cómo ha sido el día a día de unas personas a las que la sinrazón terrorista privó de lo más básico y elemental. Imaginen la estancia del herido en un centro especializado de Toledo, la vuelta a casa, los contínuos y gravísimos problemas de salud, el no poder disfrutar de la adolescencia de su única hija; ocho años de sufrimiento y dolor diarios. Y Manoli, ángel de la guarda, siempre a su lado.
Querida Manoli, desde lo más hondo de mi corazón, un fortísimo abrazo para ti y vuestra hija. Querido Domingo, descansa en paz.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de marzo de 2003