La épica del cine de una país que conocemos más de lo que algunos quisiéramos nos muestra el valor y la destreza infinitas que tienen para el combate los héroes que poblaron nuestros sueños quijotescos o villanos. De toda la parafernalia épica, el mensaje más repetido y valorado es el del héroe pacífico que acaba, a su pesar, enfrentándose a fuerzas superiores para hacer valer la ley y la justicia.
También deberíamos saber que los mensajes propagandísticos suelen presumir de lo que carecen sus programadores. Así, si en un país la delincuencia se ha disparado, habrá que producir propaganda que difunda la falsa idea de que la policía la combate con eficacia.
Los dueños de la productora están donde están porque el régimen para el que trabajan va ganado la guerra de siempre. Y no se gana una guerra con héroes pacifistas que, a su pesar, deben efrentarse a fuerzas superiores. Se ganan con cañones, construyendo más y mejores que el enemigo. Y si le aterrorizas atacando sin piedad a la población indefensa, puedes ganar más deprisa y con menos gastos.
Seguimos en guerra desde no se sabe cuándo y la guerra la gana quien mata más y mejor. Ahora dicen que quieren matar sin muertos. Armas electromagnéticas inutilizaran los mecanismos de defensa del enemigo y los marcapasos. Sería conveniente atacar a países pobres donde los enfermos del corazón no tengan marcapasos y así evitar daños colaterales. ¡Mierda de guerra!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 12 de marzo de 2003