La de ayer fue una jornada de confusión en la ONU. Las propuestas y contrapropuestas se sucedían, aceptaban y descartaban a tanta velocidad en los pasillos de la sede neoyorquina que era difícil seguirles el rastro. El Reino Unido, que lideraba en nombre de Estados Unidos y España la ofensiva diplomática dirigida a obtener los nueve votos necesarios para una segunda resolución contra Irak, mantenía la idea de presentar una lista de condiciones para forzar el desarme de Sadam Husein o castigarle con una guerra. La Casa Blanca se declaró dispuesta a prolongar los plazos del ultimátum, pero sólo unos días, e insistió en que debía votarse esta misma semana.
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Ningún embajador se sentía capaz de contestar a preguntas tan elementales como la fecha en que podría votarse la resolución o el potencial margen de ampliación del ultimátum. ¿Unos días, como indicaba EE UU? ¿Unas semanas, como daban a entender los británicos? ¿Quién juzgará qué Sadam ha cumplido las condiciones y cómo? ¿Y si Bagdad las acepta y pide más tiempo? Todo estaba en el aire, sin que se vislumbrara ninguna aproximación entre quienes deseaban una operación bélica contra Irak y quienes, como Francia y Rusia, se oponían frontalmente a ella.
La celebración de un debate público en el Consejo de Seguridad puso nuevamente de manifiesto la feroz oposición de la mayoría de los miembros de la ONU a una guerra contra Irak. Propuesto por Malaisia en nombre del grupo de los 115 países no alineados, el debate impuso una breve tregua al regateo público, mientras entre bastidores seguían las negociaciones. "Ya no hablamos sólo de la situación en Irak (...) Estamos definiendo un nuevo orden que determinará cómo la comunidad internacional resuelve los conflictos del futuro", subrayó el embajador surafricano Dumisani Kumalo.
No había una completa sintonía estos días entre Londres y Washington. EE UU cedió el peso de la ofensiva diplomática a Tony Blair, que necesitaba una segunda resolución para hacer frente a la presión de su opinión pública y a las voces discordantes en su propio Gobierno. Pero los estadounidenses no parecían dispuestos a efectuar grandes concesiones, salvo la de retrasar brevemente el ultimátum del 17 de marzo. "Queda margen para un poco más de diplomacia, pero no hay ya ni mucho espacio ni mucho tiempo", declaró Ari Fleischer, portavoz de la Casa Blanca. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, indicó por su parte que el Pentágono seguía enviando tropas al Golfo pero "con un dispositivo en la zona más que suficiente para cumplir cualquier orden presidencial".
Lista de condiciones
"No tenemos una idea precisa sobre el ultimátum, avanzamos la idea del 17 de marzo para indicar que nos quedaba poco tiempo pero estamos dispuestos a negociar, aunque no miramos más allá de marzo", indicó el embajador británico ante la ONU, Jeremy Greenstock. Antes de proponer cambios en la resolución, concretamente la inclusión de una lista de condiciones a Sadam, el Reino Unido quería asegurarse el apoyo de los seis países considerados aún "indecisos" en el Consejo: Angola, Guinea-Conakry, Camerún, México, Chile y Pakistán.
"Si la idea no cuenta con el respaldo de alguno de los seis es muy posible que no se presente ninguna lista de condiciones", indicó una fuente diplomática. Londres tanteaba añadir a la resolución una serie de condiciones que Irak debería cumplir en muy pocos días, basándose en una lista de 173 páginas elaborada por los inspectores. Incluirían el interrogatorio de más científicos, la exigencia de explicaciones sobre las existencias de gas VX e información adicional sobre la construcción de un avión teledirigido que podría servir para transportar armas químicas. EE UU indicó, sin embargo, que si consiguiera una nueva resolución no consideraría necesaria ninguna actuación adicional de la ONU.
Los indecisos, que intentaban actuar al unísono, buscaban soluciones de compromiso. "No hay proyecto común y es posible que nunca lo haya", indicó el portavoz de uno de los indecisos. Canadá, que no es miembro del Consejo, hizo circular ayer un proyecto de resolución que autorizaba el "uso de todos los medios necesarios" si Irak no cumplía con una serie de condiciones antes del 15 de abril. No estaba claro que el borrador fuera a servir de base para una nueva propuesta.
Washington se sentía parcialmente respaldado por un sondeo publicado ayer por The New York Times y la cadena CBS. La encuesta indicaba que la mayoría de los estadounidenses, un 58%, consideraba que la ONU estaba gestionando mal la crisis iraquí, y un 55% se declaraba dispuesto a aprobar una invasión de Irak incluso si no contaba con el respaldo del Consejo de Seguridad. Pero el sondeo indicaba también que aún eran mayoría (52%) quienes pensaban que los inspectores de armamento deberían disponer de más tiempo. Un 45% consideraba que el presidente Bush no era respetado por la comunidad internacional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 12 de marzo de 2003