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Ochaíta pisa la hierba de Charmatín

El viejo líder del grupo fanático Ultras Sur, José Luis Ochaíta en persona, entregó a Redondo una placa recordatoria en nombre de sus acólitos y -por extensión- de muchos madridistas. El modo en que Ochaíta, con una gorra, se coló en el campo a la altura de la portería del fondo meridional, es un misterio que un responsable del Madrid explicó con un gesto airado: "Se metió". Y ya. La culpa, según la directiva, estuvo más relacionada con el hecho de que Redondo accediera a ir al fondo sur -acompañado por Raúl-, que con la propia intendencia del estadio. Por más que lo intentaron, los responsables del Madrid no pudieron evitar algo que ansiaban el vestuario, los hinchas y el propio Redondo, pero que se produciría inevitablemente al margen del cauce institucional. Que el acto tuviera aristas subversivas, de reivindicación ante la directiva, es probable pero incierto.

Media hora antes del partido, la calle Concha Espina y los aledaños del estadio se iluminaron con el púrpura de ocho bengalas. Fue el anticipo de una batalla campal entre un grupo de unos 50 radicales de ultraderecha y un pelotón de la Policía Nacional antidisturbios, que replicó con balas de goma. Apostados detrás de un escaparate de ropa de señoras, los policías aguantaron durante diez minutos el lanzamiento de todo tipo de objetos. La llegada de jinetes de la policía provocó la desbandada de los radicales.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de marzo de 2003