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Editorial:

Caja de sorpresas

Las vicisitudes de Cajasur, la caja de ahorros cordobesa que preside el canónigo Miguel Castillejo, cobran cada día que pasa tintes más desagradables para los impositores de la entidad, en el marco general de una dura pugna política en la que la Junta pretende desplazar al presidente y éste se acoge a la excepcionalidad religiosa de la caja para mantenerse en la presidencia. Un informe de la Junta de Andalucía presentado ante la Fiscalía Anticorrupción con carácter de denuncia revela graves irregularidades en la entidad: desde un supuesto falseamiento de activos hasta espléndidos gastos en joyería no justificados, seguros privados de hospitalización también sin justificar y generosas dietas pagadas a consejeros por tareas tan estrambóticas como ir al cine o tan sospechosas como acudir a tres reuniones de trabajo el mismo día a la misma hora.

Con excepción religiosa o sin ella, las acusaciones tienen la suficiente gravedad como para que los órganos políticos de representación reciban cumplidas explicaciones del caso. No bastan defensas genéricas de haber actuado correctamente. Si el presidente no cumple el requisito de explicación exhaustiva, debería dejar el cargo; por responsabilidad personal y para que Cajasur no baile permanentemente en el ojo del huracán. En todo caso, corresponde a la Fiscalía Anticorrupción valorar el supuesto falseamiento de activos, así como la serie de corruptelas atribuidas a la entidad, a los efectos de determinar su posible entidad penal.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de marzo de 2003