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CARTAS AL DIRECTOR

Preguntas

Alcalá de Henares, Madrid

Estoy aterrado. Tengo hijos y nietos y estoy aterrado. ¿Cómo no nos damos cuenta los españoles de que nos estamos acercando al abismo a pasos agigantados?

¿Cómo puede quien representa a todos los españoles desoír la voz del 90% y hacer de su capa un sayo bélico arrastrándonos a la guerra que preconiza una mente vengativa?

¿Cómo pueden 183 personas honradas vitorear una sangrienta e injustificada guerra y mirar luego serenamente a los ojos de los suyos?

¿Cómo puede un político acusar a otro de signo contrario de ser compañero de viaje de un vil asesino y dormir tranquilamente?

Y, sobre todo, ¿cómo podemos consentirlo los hombres de la calle? Han vuelto las acusaciones de comunismo con la peor de las intenciones. Se lanzan sin pestañear acusaciones que ponen los pelos de punta sin la menor base para hacerlas. Han vuelto la censura, las listas negras, las agrias disputas entre amigos y parientes. La cosa está crispada y va a peor.

¿Alguien ha pensado en la posibilidad de que seamos atacados por aquellos a quienes ayudamos a atacar? ¿Morón, Rota, objetivos militares de enemigos que estamos ayudando a crear y que hasta ayer eran nuestros amigos?

¿Cómo no ponemos coto a tantos desmanes? No es justo que la locura de Calígula arrastre al holocausto a toda Roma.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de marzo de 2003