Ya ha empezado la cuenta atrás para que se cumpla la gran ilusión de los aficionados pericos. El nuevo estadio de Cornellà-El Prat será la casa de todos los seguidores del RCD Espanyol, la casa que no hemos tenido en los últimos años.
El alcalde de Barcelona, Joan Clos, ha conseguido que los españolistas deseemos irnos del estadio olímpico a cualquier precio, y vemos al Baix Llobregat como una tierra prometida, un lugar donde sus políticos nos han dado lo que nos ha negado el alcalde barcelonés: comprensión. La lástima es que el concejal de Deportes, el señor Albert Batlle, que sí ha demostrado afecto hacia nuestro club, tenga un jefe con tan poca sensibilidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de marzo de 2003