En estos días en que medio país se moviliza contra el gobierno y a favor de la paz, o clamando un "No a la guerra", los llamados intelectuales han sobresalido por primera vez en años. Así por ejemplo, Pedro Almodóvar dijo que nunca había entendido la muerte, "ninguna muerte". Vemos alzar la voz contra la violencia a Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Aute o Ana Belén, que asegura tener una sensibilidad especial por los que sufren. Todo me resultaría perfecto de no ser porque estos llamados intelectuales acostumbran a apoyar o participar activamente en otra violencia terrible: la tortura y muerte de inocentes. Naturalmente esta vez no se trata de animales humanos, para quienes existe un consenso en condenar su tortura o muerte, se trata de animales que han tenido la desgracia de nacer toro. Porque uno puede mantener una coherencia al ser partidario de la violencia en general, pero condenar una y apoyar y festejar otra me resulta por lo menos, frívolo y ruin. Así pues, hablar de racismo nos escandaliza a todos por igual mientras que si discriminamos en función de la especie (hablamos entonces de especismo) nos mostramos indiferentes. Ya que algunos intelectuales tienen la virtud de concienciar a las masas me gustaría saber si existen intelectuales en este país capaces de acabar de una vez por todas con esa infamia llamada fiesta nacional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de marzo de 2003