Órgiva es un pueblo que vive y crece gracias sobre todo a su población extranjera, guiris y forasteros, que compran terrenos, casas y cortijos a precios exorbitantes y que desarrollan iniciativas empresariales, lo que permite al pueblo un crecimiento algo superior al resto de los pueblos de las Alpujarras.
En vez de aprovecharse del posible desarrollo económico-cultural de la Fiesta del Dragón, que nunca ha hecho daño a nadie en el pueblo, el alcalde nos muestra un año más su agresividad, su falta de diálogo y su intolerancia, hacia la gente hippy en este caso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de marzo de 2003