Hiro Ueki, el portavoz de los inspectores en Bagdad, no acudirá esta tarde a su cita semanal con los medios de comunicación. A primera hora de la mañana, un avión con matrícula de la ONU sacará de Irak a todos los miembros de la Comisión de Desarme, inspectores y personal auxiliar. No serán los únicos que hoy abandonen Bagdad. Diplomáticos y periodistas también hacen ya las maletas.
"Estamos esperando el resultado de las consultas del Consejo de Seguridad", confiaba anoche Ueki. "Nos tememos que habrá una orden de abandonar Irak y estamos preparados para hacerlo en un periodo de tiempo corto", aseguró sin precisar cuántas horas necesitarían. El cuerpo de inspectores se había reducido desde primeros de marzo, cuando empezaron a vencer los primeros contratos. El martes pasado eran 71, frente a los 120 que habían llegado a estar trabajando un mes atrás.
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"Siendo realistas, esperamos pasar esta noche aquí y salir de Bagdad mañana temprano", reconoció el portavoz por teléfono desde su oficina en el antiguo hotel Canal. Junto a ellos, dejará Irak el pequeño grupo de funcionarios de la ONU que seguía al frente de las agencias humanitarias. Eran apenas una veintena después de que a mediados de febrero iniciaran un discreto repliegue de personal.
Vencido el ultimátum de Estados Unidos, las embajadas europeas que aún permanecían abiertas en la capital iraquí, Grecia y Francia, ya no abrirán sus puertas hoy. Sus diplomáticos tienen previsto salir hacia Jordania a primera hora de la mañana, como ayer hicieran los alemanes. Los franceses han querido aguantar hasta el final "como medida simbólica", tal como explicaba su encargado de negocios.
Nada que vigilar
Los guardias que vigilan la residencia del embajador de Pakistán, vacía desde hace algunos días, se preguntaban ayer qué pintaban ellos allí si ya no había nada que vigilar. Pronto se preguntarán lo mismo los compañeros que montan guardia ante la legación rusa, que han recibido también instrucciones de partir. Incluso el embajador de Venezuela, Jorge Rondón, se ha trasladado a Jordania, donde también está acreditado, aunque en su oficina insisten en que la embajada no está cerrada. Quienes sí permanecen en Irak, además de la mayoría de los países árabes, son Irán y Cuba.
"Mis jefes me han pedido que me vaya", justificaba Helen, una periodista estadounidense que trabaja para la televisión canadiense, mientras pagaba su factura en el hotel. Sus emociones, como las del resto de los que dejaron Bagdad ayer, eran contradictorias. La mayoría sentía pena por dejar el trabajo a medias y los compañeros atrás, pero tampoco podían evitar el alivio de alejar la incertidumbre sobre lo que puede ocurrir en la capital iraquí.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de marzo de 2003