Turquía dio señales ayer de que comienza a ceder a la fortísima presión de EE UU para que permita a su Ejército abrir un frente norte contra Irak. "Turquía ha decidido tomar medidas urgentes para preservar sus intereses nacionales", declaró el portavoz presidencial, Tacan Ildem, tras una reunión entre el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, el presidente, Ahmet Necdet Sezer, y la cúpula militar. El Gabinete turco se reúne hoy para analizar la situación.
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Una intervención militar unilateral de Turquía en el norte de Irak podría llevar a un enfrentamiento armado con las tropas de Estados Unidos. No es un augurio de analistas, es una amenaza directa de George W. Bush, formulada en una carta enviada a Erdogan, y que ayer difundió la prensa de Estambul y Ankara. "Si ustedes actúan unilateralmente en el norte de Irak, me temo que puedan producirse enfrentamientos entre las tropas turcas y las de Estados Unidos", escribió Bush a Erdogan la pasada semana.
Herido ya por el intento norteamericano de alquilar su suelo y su cielo para un ataque a Irak y por el desprecio hacia sus procedimientos democráticos, el orgullo turco reaccionó de inmediato. Comentando la carta de Bush a Erdogan, el presidente del Parlamento, Bulent Arins, declaró: "Nadie, aunque se llame Bush, puede amenazarnos de esta manera". Washington, por su parte, hizo saber que Turquía ha perdido la oportunidad de recibir una ayuda norteamericana de 15.000 millones de dólares, ya que su Parlamento aún no ha dado permiso para que los soldados estadounidenses abran un segundo frente de guerra.
De aliados a rivales
Este comentario fue la respuesta a la noticia de que Erdogan no piensa plantear ante el Parlamento, que ya lo rechazó el 1 de marzo, el asunto del despliegue militar norteamericano hasta después de haber obtenido, el domingo, el voto de confianza. Washington también se planteaba renunciar a la posibilidad de que desde sus portaaviones y otros buques de guerra situados en el Mediterráneo oriental puedan salir aviones y misiles Tomahawk que crucen el espacio aéreo turco camino de Irak. También esto requiere la autorización del Parlamento turco.
De la posibilidad de que Estados Unidos y Turquía fueran juntos a la inminente guerra se está pasando a la de que sean rivales. Turquía insiste en que tiene el deber y el derecho de intervenir en Irak. Argumenta que en ese país existe una minoría, los turcomanos, que comparten origen, lengua y cultura con los turcos y que han sido aún más perseguidos por Sadam Husein que los shiíes y los kurdos. Turquía dice que debe protegerlos. Este argumento esconde el de fondo. Ankara no quiere que los kurdos del norte de Irak, apadrinados por EE UU, se hagan con las ciudades petroleras de Mosul y Kirkuk, proclamen un Estado independiente y sirvan de ejemplo a los kurdos de Turquía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de marzo de 2003