"Nada justifica hoy" la decisión de Estados Unidos, Reino Unido y España de "recurrir a la fuerza, a pesar de la voluntad claramente expresada por la comunidad internacional". En estos términos reaccionó ayer el ministro francés de Exteriores, Dominique de Villepin, a la renuncia de aquellos tres países a pedir el aval de la ONU para la guerra contra Irak. Sin llegar aún a declararlo una agresión contra la Carta de las Naciones Unidas, Francia recordó ayer que Kofi Annan habló de "ilegitimidad" de un ataque unilateral el día 10. Alemania también abogó ayer por agotar la vía política.
En su declaración oficial, y tras hablar de "graves consecuencias para la región (Oriente Próximo) y para el mundo", De Villepin abundó en argumentos contra el recurso a la fuerza: "El mensaje de los inspectores, informe tras informe, se ha producido sin ambigüedad. Las inspecciones producen resultados y abren la vía, según Hans Blix, a un verdadero desarme de Irak". Tras deslegitimar el recurso a la fuerza, el jefe de la diplomacia francesa sostuvo el derecho de la ONU a la primacía en el arreglo de los conflictos internacionales. Recordó que "una amplia mayoría de miembros del Consejo de Seguridad continúa privilegiando, como Francia, el desarme de Irak por medio de las inspecciones" y recalcó que "las Naciones Unidas, únicas depositarias de la legitimidad internacional, deben jugar un papel central en el arreglo de la crisis iraquí".
A todas luces, la posición de las autoridades francesas es que no puede hablarse de fracaso de las Naciones Unidas, sino del "campo de la guerra", que no ha logrado imponer sus tesis en el Consejo de Seguridad y ha decidido actuar por su cuenta. Horas antes de que se anunciara la retirada del proyecto de resolución, De Villepin daba por hecho que no había mayoría para votar la guerra y dirigió un último mensaje al campo bélico: "Querría decir a nuestros amigos norteamericanos, británicos y españoles que la crisis iraquí no es un problema entre Estados Unidos y Francia, sino entre los que quieren avanzar en una lógica de guerra y la comunidad internacional, que desea que las inspecciones continúen".
Todos los medios consultados en París hablan sin paliativos de "fracaso" diplomático norteamericano, que ha obligado a Washington a retroceder ante la imposibilidad de convencer a los seis países "indecisos" -México, Chile, Pakistán, Guinea, Camerún, Angola-, cuyos votos habrían sido importantes para dar la sensación de coalición importante en torno a Washington y para mostrar a Francia como un país aislado en su postura "intransigente".
También el Gobierno alemán mantuvo ayer su postura contra un posible ataque a Irak. El canciller Gerhard Schröder dijo: "No quiero abandonar, no me lo puedo permitir, buscaremos una solución diplomática hasta el último minuto". Aunque dio a entender que había perdido la esperanza de una solución pacífica, Schröder recalcó que no quiere tirar la toalla, y su portavoz, Bela Anda, afirmó que el canciller "no puede permitirse abandonar la lucha". Aún después de que EE UU diera por terminado el debate sobre la segunda resolución en la ONU, Schröder no descartó que su ministro de Exteriores, Joschka Fischer, viajara aún a Nueva York para defender su posición, informa Efe.
Fischer apeló ayer al jefe de los inspectores de desarme de la ONU, Hans Blix, para que ponga en marcha cuanto antes un programa de trabajo. "Si Blix presenta el programa quizá se pueda aún alcanzar algún progreso", insistió Schröder sin demasiado convencimiento, pues la ONU ya ha ordenado la retirada de los inspectores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de marzo de 2003