Un médico enfrenta a un puñado de alumnos a un dilema. "Estáis en una cena de trabajo. Un compañero se atraganta ¿Qué hacéis?". José Luis Torres coloca a Rafael García con la cabeza inclinada hacia delante, le da cinco golpes en la espalda, le dice que tosa, lo rodea con ambos brazos y le golpea otras cinco veces en la base del estómago.
"Bien", aprueba Antonio Soler, especialista en medicina intensiva y uno de los 20 facultativos malagueños que han impulsado un taller para enseñar a la gente de a pie qué hacer ante una emergencia porque la supervivencia no sólo depende de que la ambulancia llegue rápido. Los tres o cuatro minutos posteriores a un accidente, un síncope o un atragantamiento son vitales: si nadie la remedia, la parada cardiorespiratoria que sobreviene puede provocar la muerte o dejar graves secuelas. De ahí el empeño de este grupo de médicos por divulgar unos conocimientos básicos pero fundamentales. "Esto no es jugar a ser médico, puede servir salvar muchas vidas", insiste Soler. El facultativo responde así a los temores de los alumnos a hacer la maniobra incorrecta y agravar la lesión. Para despejar cualquier duda, Ángel García Alcántara, médico de la UCI del hospital Clínico de Málaga, aclara que ayudar a una persona nunca puede acarrear consecuencias penales: "No auxiliarla sí las tiene, pero siempre hay que auxiliar con sensatez".
Y ese es el objetivo del taller ya que el 25% de las muertes que se producen por ataques al corazón, intoxicaciones o accidentes son evitables si el paciente recibe una asistencia elemental inmediata. Si esa atención se produce en los primeros cuatro minutos y la ambulancia llega en menos de ocho, la supervivencia se eleva hasta el 43%.
Aunque el taller parte del clásico consejo de llevar una vida saludable -no fumar, hacer ejercicio y comer sano- e incluye información teórica sobre diferentes emergencias -un infarto, un traumatismo cervical por accidente de tráfico, una bajada de azúcar o un ahogamiento-, el desarrollo es eminentemente práctico.
Los alumnos hacen simulaciones con sus compañeros o con maniquíes especiales que delatan si la maniobra es incorrecta. La mayoría son familiares de enfermos de riesgo, policías, asistentes sociales o funcionarios que trabajan de cara al público. Algunos han pasado el mal trago de estar frente a una persona descompuesta y no saber qué hacer. Ahora ya lo saben: no ponerse nerviosos, dar la alerta al 061 y aplicar los conocimientos adquiridos.
La iniciativa ha sido impulsada por dos sociedades médicas (Samyc, de familia, y Samuic, de medicina intensiva) y una asociación de ex pacientes (Expaumi). Además, ha recibido el apoyo del Ayuntamiento de Málaga que ha librado una subvención de 13.534 euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de marzo de 2003