Mi memoria no me falla: aún recuerdo el ruido salvador de las bocinas de protección civil cuando nos avisaban de la llegada aérea de las bombas. Ese ruido estridente y ensordecedor era nuestro lazo a la vida. Por eso quiero transmitir con estas líneas mi miedo, angustia e inquietud ante la constatación de que se van a producir bombardeos sobre la población civil, sobre nuestra dignidad y no vamos a ser avisados, no tendremos la oportunidad de protegernos ni ponernos a salvo de la barbarie.
Quiero con estas líneas llegar a todos los ayuntamientos del Estado español y pedirles que instalen de nuevo el ruidoso sistema de aviso frente a bombardeos aéreos y que nos recuerden diariamente mientras duren los bombardeos que nuestra dignidad está en peligro, nuestra libertad secuestrada y la vida de nuestros hermanos y hermanas iraquíes impregnadas de terror, constante amenaza y desolación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de marzo de 2003