Londres vivió el primer día de ataques a Irak con una normalidad sólo alterada por la convocatoria del Gabinete de guerra y las espontáneas manifestaciones de colegiales y estudiantes frente a los Comunes. El primer ministro despachó con sus principales ministros a primera hora de la mañana de ayer y reunió luego al plenario del Gobierno. Tony Blair pidió a los británicos que se mantengan unidos pese a sus diferencias. A primera hora de la tarde viajó a Bruselas para asistir al Consejo Europeo de primavera.
Al mantener su agenda, el primer ministro intenta dar una sensación de normalidad. A las 10 de la noche, todas las cadenas de televisión emitieron un mensaje institucional de Blair, de apenas cinco minutos, grabado en Downing Street poco antes de partir hacia Bruselas. En el tono grave que requerían las circunstancias, y con cierta emoción al final, cuando confirmó que había dado la orden para que los soldados del Reino Unido entraran en acción, el primer ministro se declaró convencido de que a partir de ahora "los británicos se mantendrán unidos" a pesar de las diferencias que les han separado en los últimos meses.
Blair conocía desde la media noche del miércoles al jueves la inminencia de los primeros ataques, que empezarían apenas dos horas después. El primer ministro convocó a primera hora de la mañana de ayer al Gabinete de guerra para poner a sus ministros al corriente de la apertura de hostilidades contra Irak y preparar al país. Junto a Blair estaban el vice primer ministro, los responsables del Tesoro, Exteriores, Defensa e Interior y el presidente del Partido Laborista.
La oposición conservadora reaccionó lanzando un nuevo mensaje de solidaridad con el Gobierno. "Apoyamos a Tony Blair porque está actuando en defensa del interés nacional y seguiremos apoyándole mientras siga defendiendo el interés nacional", declaró Michael Ancram, uno de los pesos pesados de la actual dirección tory. Mientras la Bolsa de Londres abrió ligeramente a la baja, reaccionando con cierto pesimismo a la posibilidad de una guerra larga, el Parlamento musulmán de Gran Bretaña, que agrupa a 350 asociaciones, proclamó que "esta guerra va a provocar más muertos y más destrucción y va a incitar al odio y al extremismo".
Por todo el país se multiplicaron las manifestaciones espontáneas de colegiales y universitarios en protesta por la guerra, con carreras e incidentes en varias ciudades. Pero no hubo pánico en el Reino Unido, más allá de la compra de grandes cantidades de agua embotellada por el temor de que puedan ser envenenados los depósitos de las grandes ciudades. Pero las autoridades han reiterado a los ciudadanos que estén alerta, pero no alarmados, porque no hay ninguna amenaza terrorista concreta.
El Gobierno quiere normalidad también en las relaciones con Francia. Blair no modificó su agenda y viajó a primera hora de la tarde a Bruselas para asistir al Consejo Europeo e intentar limar asperezas con el presidente francés, Jacques Chirac.
En una breve comparecencia en el Parlamento el ministro de Defensa, Geoff Hoon, explicó que "45.000 hombres y mujeres han sido asignados a esta campaña para desarmar Irak" y advirtió de que no habrá comentarios sobre las noticias que publiquen los medios de información porque su prioridad es no poner en peligro ni la seguridad de las fuerzas ni el éxito de las misiones, aunque se informará regularmente a la Cámara. "Es una operación totalmente en coalición", precisó por la mañana en declaraciones a los medios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de marzo de 2003