Un millar de soldados de EE UU, apoyados por decenas de helicópteros, lanzaron ayer una gran ofensiva en el sur de Afganistán con el aparente objetivo de enviar una señal clara a los rebeldes afganos de que la guerra en Irak no va a distraer al Ejército estadounidense de sus otros objetivos. Los llamados diablos blancos de la 82 División Aerotransportada iniciaron la Operación Ataque Valiente con un asalto aéreo a las seis de la mañana, hora local (2.30, hora peninsular española), casi coincidiendo con el lanzamiento de las primeras bombas sobre Irak.
"La Operación Ataque Valiente consistirá en una serie de ofensivas en el sureste de Kandahar", explicó un comunicado difundido en la base aérea de Bagram, cuartel general de las tropas estadounidenses, cerca de Kabul. Allí, el coronel Roger King calificó de "coincidencia" que el ataque comenzase menos de una hora antes de que cayeran las primeras bombas en Irak.
"La guerra en Afganistán aún no ha terminado", añadió por su parte el coordinador de la política estadounidense para Afganistán, David Johnson, quien recordó que EE UU tiene actualmente unos 10.000 soldados destacados allí con la misión de capturar a Osama Bin Laden y otros líderes de la red terrorista Al Qaeda, responsable de los atentados del 11 de septiembre en Washington y Nueva York, y dirigentes del régimen talibán que les dio refugio.
El coronel King señaló que el ataque aéreo se inició desde helicópteros Chinook, Blackhawk y Apache, que apoyaron el avance de un convoy terrestre. King describió el ataque como una operación de envergadura en la que participan unos 1.000 soldados. "Los planes de la operación llevan preparándose unos dos meses, que yo sepa", dijo el militar estadounidense. "Las operaciones en Afganistán son totalmente independientes de cualquier operación en cualquier otro sector porque tienen una misión totalmente independiente, un objetivo totalmente independiente y una estructura de fuerzas totalmente independiente", agregó.
Jalid Pashtun, portavoz del gobernador de Kandahar, dijo que el ataque tiene como objetivo un grupo de rebeldes talibanes refugiados en unas cuevas cercanas a la aldea de Shin Naray, cerca de la frontera con Pakistán. Pashtun explicó que la zona sirvió como base de operaciones a los muyaidines (combatientes islámicos) que lucharon contra la Unión Soviética durante la década de los ochenta.
El deshielo de primavera en Afganistán trae consigo tradicionalmente un aumento de los combates, y hay indicios de que militantes talibanes y de Al Qaeda intentan reagruparse para lanzar ataques, posiblemente coincidiendo con la guerra en Irak. Según algunos expertos, el momento de la ofensiva sobre las posiciones rebeldes ha sido elegido para enviar una señal clara a las fuerzas que combaten en Afganistán. "Los estadounidenses han dicho varias veces que la guerra en Irak no va a distraerles de las operaciones militares en Afganistán", dijo el analista político Aquil Shah en Pakistán. "Imagino que este ataque está dirigido a subrayar que no va a haber una relajación". Kandahar, baluarte del régimen de los talibanes, ha sido escenario en las últimas semanas de varios ataques con misiles y bombas, presuntamente lanzadas por restos del movimiento fundamentalista. A principios de semana, cuatro soldados afganos y dos rebeldes murieron en un ataque a un control de seguridad cerca de la localidad de Spin Boldak, en la frontera con Pakistán.
Los rumores sobre un estrechamiento del cerco en torno a Osama Bin Laden se dispararon a raíz de la reciente captura en Rawalpindi (Pakistán) de Jalid Sheik Mohamed, considerado el número tres de Al Qaeda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de marzo de 2003