Así es, o al menos así debería ser en toda democracia que se precie. Aunque, últimamente, el de la Carrera de San Jerónimo anda muy falto de ella. Toda vez que muy sobrado de broma fácil, de barullo, de insultos y de diálogo de sordos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de marzo de 2003