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CARTAS AL DIRECTOR

Nunca perdí la esperanza

Día 20 de marzo de 2003. Me he levantado y he hecho lo de siempre: ducharme, vestirme, desayunar, arreglar a mi hijo y llevarlo al colegio, comprar el periódico y el pan y volver a casa para trabajar.

Pero qué grande y espantosa diferencia, ¡estamos en guerra! No quiera el señor Aznar distraer nuestra atención diciendo que nuestros soldados van sólo a prestar ayuda humanitaria, para prestar esa ayuda no hace falta ser aliado de dos países belicistas. Y todo por qué y para qué, señor Aznar, ¿para que nuestro país ocupe "su famoso" lugar, el que según usted le corresponde en la historia del mundo? ¿Ha preguntado usted, a los españoles que gobierna, si queremos ocupar ese lugar?

A mi modo de ver, usted y su partido, que no se ha atrevido a contradecirle, han tomado una decisión que no les corresponde y además desoyendo los deseos de la mayoría de los españoles.

Por qué, señor Aznar. Si tiene tantos deseos de grandeza busque la solución de otra manera y no contribuyendo a matar a una población que no tiene la culpa de vivir en un país donde todo el subsuelo está lleno de petróleo. Porque ése es el verdadero motivo. Usted y un montón de personas en el mundo lo sabemos.

Por cierto, ¿cómo se lo explico a mi hijo?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de marzo de 2003