Tambores de guerra tronando en el desierto, llantos lejanos no escuchados, niños de risas apagadas; gritos ahogados en la lluvia roja. Aznar, Blair y Dios, con Bush; y Dios con Sadam; y con el Papa, ni Dios. ¿A dónde nos conducirán? ¿Quién les podrá parar?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de marzo de 2003