Mal andan las alas de este pajarraco teóricamente veloz. Que por si fuera poco -y para mayor gloria en la seguridad de sus sufridos pasajeros- no se dedica sino a sobrevolar grandes y seguras cavernas. En fin, ¡todo un poema!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de marzo de 2003