Me siento delante del televisor y veo otra vez, como en 1991, las imágenes "en verde" del bombardeo sobre Irak; imágenes asépticas, políticamente correctas, irreales, como si detrás de los bombardeos no se produjera la muerte y la desolación.
Paso a La Primera y veo a unos contertulios que tratan de justificar patéticamente lo que está ocurriendo. Siento vergüenza, ira, frustración y desprecio por el Gobierno que en este momento dirige, desgraciadamente, mi país.
En ese momento he sentido la necesidad de escribir esta carta, esperando que se publique, esperando poder decir públicamente a don José María Aznar que le exijo que dimita, que es ilegítimo que ocupe la presidencia del Gobierno del Estado español, al menos moralmente, porque tiene a la mayoría de los españoles en su contra, porque nos ha cubierto de vergüenza, de oprobio e indignidad y porque nos ha mentido sistemáticamente.
Como sé que el clamor de la opinión pública no le va a hacer variar su vergonzosa actitud, quiero decirle desde aquí que los españoles no vamos a olvidar esta traición, que lo van a pagar en las urnas, porque, aunque no le guste, España es una democracia gracias a sus ciudadanos y no a él.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de marzo de 2003