Imperturbable como siempre, encerrado en un aparente desinterés, como si la cosa no fuera con él, Molina volvió al Santiago Bernabéu cuatro meses después de someterse a un proceso de quimioterapia para curar un tumor en los testículos.
Antes del partido, Molina posó con su equipo para los fotógrafos con la familiaridad del futbolista que no olvida el fragor de los momentos decisivos. Lentamente, se fue a su portería, dio un par de saltos para empaparse de tensión y palmeó ostensiblemente para animar a sus compañeros.
Luego, se produjo el cambio de campo, que debió de estimularle un poco. Le esperaban los ultrasur entre burlones gritos de "¡Juve, Juve!". Sin embargo, la mayoría de los asistentes le aplaudió al verle de nuevo. El guardameta valenciano agradeció el gesto, simplemente. Al término del partido se limitó a confirmar el hecho, sin sentimentalismo. Parece que a Molina ninguna enfermedad le ha alejado de los terrenos de juego.
Comenzó el encuentro, y si a Casillas le avisaba una y otra vez el Depor, a Molina no le inquietaba la estelar delantera madridista. Su primera intervención se produjo en el minuto 8. Saltó por los aires para atrapar un balón aéreo que perseguía Raúl. Una jugada parecida a la que le defenestró en la Eurocopa de 2000 contra Noruega.
Si alguno de sus compañeros erraba en el campo rival, Molina gesticulaba y gritaba con vehemencia desde el área para tener todo bajo control. Como siempre, no pierde detalle.
Al portero del equipo gallego no le intimida nada: ni las correrías de Ronaldo ni la mirada de Roberto Carlos cuando se dispone a descoser el balón en un lanzamiento directo. En una falta que iba a lanzar el defensa brasileño, Molina únicamente colocó a tres hombres en la barrera. Cuando golpeó el lateral , el ex portero del Atlético hincó las rodillas en el césped y sujetó el esférico con una seguridad apabullante.
Al acabar el encuentro, Molina expresó su "cabreo" por la derrota. El Deportivo se queda a seis puntos del Madrid, aunque para el guardameta la Liga sigue al alcance de la mano: "Hasta que no estemos fuera de la lucha por el título, vamos a tener ilusión por alcanzar el liderato", afirmó.
La pasada semana, Molina regresó a la titularidad frente al Rayo Vallecano y aseguró que nunca antes había estado tan nervioso. Quizás tuviera razón. Volvió a derrochar calma en el Bernabéu. La enfermedad no le ha cambiado el carácter. Esa es la mejor noticia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de marzo de 2003