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Crónica:FÚTBOL | 27ª jornada de Liga

"Trabajo para llegar a los 25"

Ronaldo, que ya suma 14 goles, culmina su conexión con Zidane

En ese pase que Zidane le dio con el exterior de su pie derecho a Ronaldo, metiendo el balón entre los dos centrales del Deportivo para que el brasileño se desmarcase con el control y metiera el segundo gol del Madrid se resumió el encuentro entre dos tipos destinados a fundar la asociación con más drama y más mercurio del fútbol mundial. Molina, el portero del Deportivo, no tuvo opciones ante el delantero brasileño. En el segundo gol se lo encontró de repente y lo midió con la resignación de la víctima. "¡Gordo... por los cojones!", exclamó el portero, al salir del vestuario. "En dos zancadas se ha ido, se ha quedado solo, y ha definido al segundo palo".

Desde aquella final de Saint Denis, en el Mundial de Francia de 1998, el vínculo entre Zidane y Ronaldo se había ido estrechando. En Italia, militando en sendos equipos del norte, a merced del catenaccio y el invierno alpino, se miraban de reojo. Allí se hicieron amigos cuando Zidane decidió visitarlo en una clínica de París, después de que Ronaldo fuera operado de una rotura masiva del tendón rotuliano derecho. "Ese fue un detalle que nunca olvidaré", le dijo Ronaldo a Zidane a los dos meses de llegar a Madrid. "Le considero mi amigo y un jugador increíble: nadie ve el fútbol como él".

Ronaldo admiraba a Zidane y lo añoraba como al jugador mejor dotado para interpretar sus desmarques. Zidane admiraba a Ronaldo por su técnica en carrera. Como dijo el francés: "A Ronaldo lo define ese regate [la cola de vaca], cuando pisa el balón en movimiento, amaga y se lo lleva por el lado contrario, pegado al pie... es increíble".

Ayer Ronaldo y Zidane se juntaron y el Bernabéu contuvo la respiración. El aliento se convirtió en rumor de miles de reproches en los primeros minutos. La gente no se podía creer lo poco acertado que estaba Ronaldo, un jugador al que la buena suerte le acompañaba en China y en Japón, y de ahí a Mendizorroza, y a otros campos. No en el Bernabéu. Hasta ayer. Tras fallar un gol que la tribuna ya cantaba, solo ante Molina; después de pasar sin pena ni gloria se decidió en el minuto 45. Había llegado el momento, por fin, de hacer una demostración práctica, ante su público, de que se trata de un jugador sobrenatural. Un fenómeno.

Tenía el balón el Depor, tras una jugada a balón parado. Lo llevaba Tristán cuando apareció Ronaldo, al borde del área de Casillas, y de un salto cayó a los pies del sevillano. Hizo un giro de 180 grados, controló y arrancó como un misil hacia el otro extremo del campo. Corrió 70 metros. Naybet se le interpuso pero consiguió recuperar la pelota en el córner. La jugada terminó en saque de banda para el Madrid y el estadio aplaudiendo al brasileño como nunca lo había hecho. No lo aplaudieron por marcar un gol sino por su intención. La gente intuyó que en ese arrebato de autoridad estaba la cuota de esencia madridista.

Los decibelios de alegría alcanzaron niveles extraños en un campo poco dado a mostrar otra cosa que no sea indignación. Un minuto después, Míchel Salgado centró (raro en él), y Ronaldo actuó contra natura: descolgó el centro en el área chica tras pifiar el cabezazo y se rehizo bien: dio el pase de la muerte para que Zidane la empujara. Así se fue el Madrid a los vestuarios, con la victoria: 1-0. "Esa fue la clave del partido", zanjó Mauro Silva; "con ventaja, el Madrid juega muy cómodo".

Ronaldo opinó lo mismo: "El gol de Zidane fue el más importante, por el momento en que lo hizo. Yo siento que cada vez nos divertimos más. Hay química. Espero seguir así hasta llegar a los 25 goles que prometí [ya lleva 14]".

Tras el descanso, la conexión fue de Zidane a Ronaldo. Contra el rival indicado. En la noche precisa. En el momento justo en que la Liga comenzaba a decidirse. Dos grandes del fútbol hicieron aquello que soñaban. Un pase y un gol.

El Bernabéu, por primera vez, despidió a Ronaldo con una ovación cerrada de aplausos reverentes. Y un jugador, un jugador admirado, también aplaudió al brasileño mientras caminaba hacia el banquillo: Raúl.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de marzo de 2003